Guijuelo y alrededores


1 DÍA DE TURISMO EN GUIJUELO Y ALREDEDORES: Candelario, El Castañar, Béjar, Salvatierra de Tormes y Guijuelo.


27 de febrero de 2010, sábado, los meteorólogos han anunciado para hoy una Ciclogénesis Explosiva: una borrasca muy profunda de rápido desarrollo que puede producir vientos con fuerza de huracán. Ha entrado por Canarias y va a barrer la península, intensificándose en el norte.

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Salimos de Segovia pronto por la mañana. Nuestro destino es Guijuelo, donde el Cuéllar Cojalba juega por la tarde contra el Alhambra de este municipio, en fútbol sala Nacional B, y queremos aprovechar esta oportunidad para disfrutar un día de turismo por la zona. Llueve poco y confiamos en que a medida que nos acerquemos hacia el oeste, vaya aclarando, pero sucede justo lo contrario y cuando llegamos a CANDELARIO, llueve a mares.

CANDELARIO
Plaza del Humilladero, Candelario (Salamanca)

Aparcamos sin problemas en la Plaza del Humilladero, el recibidor del pueblo. Hoy son pocos los turistas que se han atrevido a llegar hasta aquí. Pasamos deprisa junto a la ermita del Santísimo Cristo del Refugio, que se alza en medio de la plaza desde el siglo XVI, y entramos en un bar cercano a tomar un café y a hacer tiempo a ver si escampa y, aunque no lo deja del todo, al cabo de un rato amaina un poco y aprovechamos para dar una vuelta por el pueblo.
He estado antes aquí y me agrada encontrarlo tal como lo recordaba, como si no hubieran pasado tantos años desde que pisé estas calles empedradas por última vez. Guarda su esencia serrana y chacinera. La arquitectura ha sido respetuosa con el pasado y las tradiciones y así es fácil ver que las casas guardan un patrón que se repite de una a otra con insistencia.
Casas de Candelario (Salamanca)

En la planta baja, en el patio, se mataban los animales y en los picaderos se realizaban las acividades relacionadas con la preparación de los productos cárnicos. La intermedia o intermedias se destinaban a vivienda mientras que en la última, el desván, se curaban los alimentos ya preparados. La puerta principal está precedida por la batipuerta, una sobrepuerta de madera a media altura que permitía el paso de la luz natural al interior de la casa sin que los animales pudieran entrar, a la vez que servía de protección al matarife al dar la puntilla al ganado atado al morón, una argolla o semiargolla de hierro incrustada en la pared.
El aire revoltoso se empeña en volvernos el paraguas y en hacer volar gorros y sombreros pero no impide que sigamos paseando por estas calles desiertas donde en cada rincón descubrimos como un regalo imágenes preciosas barnizadas por el brillo del agua. El agua, que incomoda y nos empapa, pero nos otorga hoy el privilegio de contemplar un pueblo extrañamente vacío. El agua que fluye abundante y cantarina por las regaderas, a los lados de la calzada, en el centro o debajo de ésta, antiguo y efectivo sistema de alcantarillado que recoge tanto la lluvia como la que procede del deshielo de las cumbres tan cercanas.
A Candelario hay que venir sin tiempo, sin prisa, como hay que saborear las buenas cosas.


Chacinería en Candelario (Salamanca)

Entramos en una chacinería a hacer alguna compra y, después de entablar conversación con el chacinero, se ofrece amablemente a enseñarnos sus productos curándose a la vieja usanza en la casa de al lado. Da gusto entrar y ver los jamones, lomos y varales repletos de chorizos. Y el olor, ese olor que no es nuevo, de tardes de invierno y matanza, del calor de la cocina de hierro, del frío de meterse en la cama en una casa sin calefacción. Qué recuerdos, tan familiares, agradables y tristes a la vez...
Seguimos subiendo la cuesta por una de las calles, dejando atrás el ayuntamiento, hasta que las casas terminan a los pies de la sierra nevada. Regresamos a la Plaza del Humilladero por una calle paralela hasta llegar al coche y emprender camino a Béjar.


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EL CASTAÑAR

Antes de llegar, nos detenemos en EL CASTAÑAR, pero la borrasca arrecia y esta vez no osamos desafiarla. Paramos junto a la plaza de toros. Construido en el siglo XVII es el Coso más antiguo de España. Al resguardo del coche divisamos tras los árboles la Ermita de Nuestra Señora de El Castañar, patrona de Béjar.



Plaza de toros de El Castañar (Salamanca)

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BÉJAR

Seguimos ruta hacia BÉJAR, la que fuera capital industrial de la provincia gracias a sus empresas textiles, de famosa tradición pañera desde el siglo XIII, hoy en profunda crisis. No es fácil aparcar por el centro pero finalmente encontramos un hueco muy cerca de la Calle Mayor de Pardiñas y podemos iniciar el recorrido, que va a ser muy corto, para poder comer pronto y aprovechar la tarde antes del partido. Recorremos esta calle y dejamos a mano derecha el Museo Mateo Hernández, que alberga un museo de escultura con las obras de los artistas bejaranos Mateo Hernández y Francisco González Macías. Justo en la plaza donde está el museo comienza un estrecho y curioso soportal que nos da improvisado refugio mientras seguimos recorriendo la calle. 
Soportal en Béjar (Salamanca)

Un poco más adelante paramos en una tiendecilla a mano derecha para comprar unos hornazos típicos de Sorihuela hechos en horno de leña, y pronto llegamos a la Plaza Mayor, que tiene una bonita parte porticada, ahora en obras. Se encuentran en ella la Iglesia del Salvador, el Ayuntamiento y también el imponente Palacio de los duques de Béjar, con sus dos torres (Mirador y Las Cadenas), una de ellas también en restauración. Actualmente aloja un instituto de enseñanza.
Palacio de los duques de Béjar, Béjar (Salamanca) 

Comemos en el Restaurante Español, en la misma calle Mayor de Pardiñas, que justo estos días está celebrando la semana de cocina gallega.

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SALVATIERRA DE TORMES

Después de comer, nos dirigimos al embalse de Santa Teresa. Desde la carretera, junto a él, vemos las casas junto al agua. El embalse podría ser un lago convetido hoy en mar, con esas olas inesperadas rizadas por el viento. La tormenta no da tregua. El día gris y las ruinas lejanas tienen un aire misterioso. Podría ser Escocia pero no, es SALVATIERRA DE TORMES, un pueblo semiabandonado al quedar inundada su rica vega tras la construcción del embalse.
Embalse de Santa Teresa, Salvatierra de Tormes (Salamanca)

El casco medieval se adivina a través de la ruinas que persisten a pesar del olvido y el descuido.
Lo que queda del castillo-palacio, el Castillo de la Mora Encantada, adosado a las murallas de lajas de pizarra se levanta junto al río Tormes. Al lado, una bien conservada puerta en la muralla da paso al agua. Es la del Río hacia Oriente, la única que queda de las cuatro que había. Abajo, un puente de varios arcos permitía cruzar el río pero ahora está sumergido bajo las aguas del embalse y sólo puede verse en épocas de intensa sequía, cuando el nivel del agua desciende y lo descubre. 

Puerta del Río, Salvatierra de Tormes (Salamanca)

Dan ganas de traspasar la puerta para contemplar la muralla y el río desde ahí, pero al acercarnos un aire muy fuerte en contra dificulta el avance, y es tan persistente, que parece empeñado en alejarnos.
El reloj no se ha detenido y ya va quedando poco tiempo antes del partido. Nos vamos a Guijuelo.

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GUIJUELO

Pronto llegamos a GUIJUELO, la “cuna del jamón ibérico”, que logró la concesión de Denominación de Orígen para sus productos hace más de 20 años. Son cerca de 180 las fábricas de embutidos y jamones que hay en esta localidad. Por todas partes vemos carteles que las anuncian así como tiendas de venta directa, aunque es sábado por la tarde cuando llegamos y están cerradas. Son motor económico de la provincia y en buena parte absorbe mano de obra de la menos afortunada Béjar y otras localidades cercanas.

Fábrica de embutidos y jamones en Guijuelo (Salamanca)

El temporal es aún más fuerte que por la mañana, vemos contenedores volcados y señales de tráfico torcidas por el vendaval. También llueve.
Damos un corto paseo hasta la Plaza Mayor y la encontramos inaccesible por las obras de un parking. La riqueza monumental del municipio no tiene nada que ver con la industrial, y pronto terminamos en un bar tomando un reconfortante café calentito antes de ir al polideportivo.

Cuando llegamos no hay luz en el pabellón y, si no viene pronto, no se podrá jugar. Después de este día de perros, es una mala noticia, pero no hay nada que podamos hacer más que esperar y cruzar los dedos. Dos veces se inicia el partido y dos veces hay que suspenderlo por un apagón. A la tercera va la vencida y finalmente puede transcurrir. El airón azota implacable las paredes y techo del edificio y suena como si una mano gigante lo golpeara con rabia. Hay corriente, hace frío y el público local no hace más que protestar de malos modos contra los árbitros. Terminamos con un 3 a 1 en contra que hace que se esfumen buena parte de las opciones al ascenso. Del primer puesto en la clasificación pasamos al tercero de un plumazo y, desanimados, regresamos a casa.
A medida que dejamos Guijuelo atrás la lluvia va amainando aunque sigue haciendo mucho aire. A la altura de Ávila, una luna llena y tímida asoma entre las nubes sobre la muralla que, a lo lejos, se ve iluminada. Cuando llegamos a Segovia hace muchos kilómetros que ya no cae ni una gota.
El domingo amanece un día soleado y radiante, sin viento y con buena temperatura. La ciclogénesis explosiva, la borrasca perfecta y todos sus sinónimos, todas las alertas quedaron atrás.


1 comentario:

Anónimo dijo...

De una descripción muy bonita. Gracias por hacernos participes.