La Laguna, el Teide, Vilaflor y Playa de las Américas

Amanece un día en Tenerife muy parecido al de ayer y, sin dudarlo, nos preparamos para hacer la excursión al Teide. Hoy va a ser el día. Hay varias subidas posibles pero la más recomendada, por su belleza y suave aunque larga pendiente, es la que parte de San Cristóbal de la Laguna. Nos organizamos para visitar esta preciosa ciudad antes de iniciar la excursión y hay que salir prontito del hotel, porque a las 10:30 hay una visita guiada desde la Oficina de Turismo y tenemos intención de aprovecharla. Como es domingo, y fiestas, hay poco tráfico y llegamos sin problema hasta la calle de Santo Domingo, donde aparcamos junto a la Iglesia de Santo Domingo.
Siguiendo la calle pronto llegamos a la Plaza del Adelantado, tan desierta y tranquila a estas horas tempranas. Me gusta ver los lugares así, vacíos, disponibles. Más tarde volveremos con el guía y nos contará algunas cosas de esta céntrica plaza. Ahora no queremos detenernos para localizar cuanto antes la Oficina de Turismo y apuntarnos a la visita guiada.
Al entrar en la calle Obispo Rey Redondo (antigua calle de la Carrera) uno se siente transportado al pasado, a una época colonial de robustas y amplias casas-palacio con coloridas fachadas y portadas de piedra. La primera es la Casa del Corregidor, de fachada rosa. Es uno de los edificios más antiguos de la ciudad y debe su nombre a haber servido como residencia a los sucesivos Corregidores que gobernaban desde el siglo XIV. Actualmente se dedica a uso municipal. A continuación, contrasta el azul de la Casa de la Alhóndiga, del siglo XVIII. Albergaba las dependencias administrativas y de control de las actividades económicas de la isla. Por último, el amarillo intenso de la Casa Alvarado Bracamonte, del siglo XVII, también conocida como Casa de los Capitanes, donde encontramos la oficina de Turismo que estamos buscando. En el interior, nos recibe un típico patio canario con fuente en su centro y fresca vegetación, que acomoda un Nacimiento de grandes figuras. Nos apuntamos a la visita y, como todavía queda un rato para que ésta comience, salimos a dar un paseo por las inmediaciones. Siguiendo la calle, muy cerca, está la Catedral. La cercanía de los edificios que la rodean impide contemplar con una buena perspectiva el monumento. Seguimos la calle hasta el final y así llegamos a la Iglesia de la Concepción, en la que destaca la alta torre de piedra del campanario. Por el camino nos fijamos en la arquitectura de los edificios y en algunas bonitas balconadas de pino canario. Regresamos a la Casa Alvarado Bracamonte por la paralela Calle de los Herradores. Algunas tiendas están abriendo y la ciudad se va a animando.
Nos reunimos un pequeño grupo de unas 10 personas y, con el guía, iniciamos la visita que comienza con una pequeña introducción sobre el orígen de la ciudad para, seguidamente, pasear por las calles deteniéndonos en los puntos más interesantes. Volvemos a la Plaza del Adelantado donde, ahora, nos detenemos para ver la fachada del Ayuntamiento y otros edificios importantes como son el Convento de clausura de Santa Catalina de Siena y el Palacio de los Marqueses de Nava. En el primero llama sin duda la atención la caja-torre-mirador de madera con celosías que permitían (y probablemente aún sigue teniendo este uso) a las religiosas observar el trajín de la plaza y de la ciudad sin ser vistas. Del Palacio de Nava, destacar su poderosa fachada de piedra. Fue mandado construír en 1585 por Don Tomás Grimón, regidor de Tenerife, decidido a tener una morada digna de su condición. Posteriormente los sucesivos descendientes fueron reformándolo hasta dejar lo que es hoy. Aquí tuvieron lugar las tertulias de Nava, en las que ilustrados de la época departían largamente sobre lo divino y lo humano.
Seguimos el paseo por la calle Dean Palahi, antiguo Callejón de la Caza, a la vuelta del Palacio de Nava, entre este edificio y el Convento. Después nos desviamos por la calle Viana y, antes de meternos por la calle de San Agustín, un poco más allá en la calle Viana vemos otra torreón-miarador imponente. Es del Convento de Santa Clara.
Iniciamos ahora el recorrido por la calle de San Agustín, antigua calle Real, donde las casas palacio se suceden, dejando testimonio del glorioso pasado del municipio. Dejamos atrás Casa Montañés, levantada en 1746 por el sargento mayor Francisco Montañés Machado, y el Palacio de Lercaro, hoy sede del museo de Historia y Antropología de Tenerife. En el patio es digna de contemplar la balconada corrida trabajada íntegramente en madera de pino canario. Una preciosidad.
Seguimos después el paseo y pasamos ante la Casa de los Jesuítas y más adelante llegamos a Casa Salazar, que fue sede del Obispado hasta 2006. En enero de ese año se produce un gran incendio y el edificio es cerrado para un largo proceso de restauración. Finalmente se reabre en 2009.
Un poco más allá pasamos frente a la Iglesia y Antiguo Hospital de Nuestra Señora de los Dolores. En la iglesia destaca la portada de piedra. El antiguo hospital ha sido rehabilitado y hoy en día se utiliza como Biblioteca Pública.
Por último nos acercamos hata la Iglesia y ex-convento de San Agustín, un poco más allá en la misma calle, que hará de punto final en esta visita guiada. Fueron fundados hacia 1506 por padres agustinos que acompañaban a los conquistadores de la isla. Destacan especialmente sus claustros. En 1964 la iglesia sufrió un importante incendio y no ha sido restaurada desde entonces. El antiguo convento arrastra una larga tradición docente como centro de enseñanza y otros usos culturales.
Volvemos sobre nuestros pasos hasta la Plaza del Adelantado, donde tomamos un refresco en una terraza antes de ponernos en marcha en dirección al Teide.
Ahora el tráfico es mucho más intenso que a nuestra llegada pero al fin conseguimos dejar San Cristóbal de la Laguna atrás.
Enseguida empezamos el ascenso atravesando, primero, la Corona Forestal de pino canario. Este pino tan alto y recto me recuerda mucho al pino de Valsaín. De hecho, muchas de las imágenes que quedan enfrente y a ambos lados de la carretera me recuerdan mucho la subida a Navacerrada por la vertiente segoviana. Durante el recorrido encontramos diversos miradores en los que detenernos unos minutos a contemplar el fantástico panorama. Paramos en el Mirador de Ortuño desde donde tenemos una vista privilegiada del mar de pinos que tapiza las laderas, tras las que se levanta imponente el Pico Teide, con sus 3.717 m sobre el nivel del mar. Abajo, vemos algunas localidades costeras.
A medida que ascendemos la vegetación de árboles comienza a ralear hasta desaparecer y ser sustituida por un agreste paisaje de arbustos y retamas. Se nos ha quedado un día espléndido, sin una nube que enturbie este cielo considerado por su calidad como el sitio del mundo más a propósito para las observaciones astronómicas y de la atmósfera. Antes de llegar a la estación del teleférico, vemos los postes para la ascensión en la ladera del volcán. No tenemos especial interés en acercarnos más a la cima y aún no hemos decidido si vamos a hacerlo y, menos mal, porque encontramos que está cerrado debido al viento. Y no es que parezca muy fuerte, pero probablemente sea aquí más suave que más arriba. De haber cogido el teleférico, habríamos llegado hasta la zona conocida como la Rambleta desde donde puede continuarse el ascenso andando hasta el cráter previa obtención del permiso correspondiente.
Dejamos el Teide atrás alejándonos en dirección a Vilaflor y enseguida vemos, a la izquierda, el Parador nacional de las Cañadas del Teide y, a la derecha, los Roques de García, que son restos de materiales explosivos modelados por la erosión. El más conocido es el roque Cinchado, tmabién llamado árbol de Piedra que, con el Teide al fondo, compone una de las imágenes más características de Tenerife. Aparecía también junto con el drago de Icod en los antiguos billetes de 1.000 pesetas.
Continuamos el descenso y llegamos a Vilaflor de Chasna que, a 1.400 metros de altura, es el municipio más alto de España. A principios de siglo construyeron aquí un hotel al que, por la limpieza de su aire, venían a sanar afectados de tuberculosis y otras afecciones pulmonares.
Aparcamos junto a la blanquísima Iglesia de San Pedro, fundada en 1550 donde se alzaba una ermita anterior, y callejeamos por el pueblo buscando un restaurante, que ya se ha hecho hora de comer. Encontramos el "Rincón de Roberto" donde reponemos fuerzas.
Después de comer bajamos hacia la zona de Costa Adeje, en concreto hacia la Playa de las Américas. Esta zona de la isla no tiene nada que ver con la que hemos visitado anteriormente. Se trata de un enclave turístico con infinidad de hoteles, restaurantes, centros comerciales, urbanziaciones... a lo largo de varias playas.
Al caer el día emprendemos el regreso a Puerto de la Cruz rodeando la isla por la autopista.



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