Una playa maravillosa
Mirando hacia el mar, a la derecha tenemos la Isla de Santa Marina. A la izquierda, la ciudad de Santander, muy próxima, al otro lado de la Bahía. En el agua, la Isla de Mouro con su faro. Detrás de ésta, se divisa otro faro, el de Cabo Mayor. Y un poquito más a la izquierda, aunque a contraluz y difuminada por una ligera bruma, se distingue claramente la silueta del Palacio de la Magdalena. ¡Qué maravilla!
A mi espalda queda un parque de dunas. Sé que hay una pasarela de madera que traza una senda sobre él. Decido recorrerla una de las próximas mañanas.
Disfruto cada paso. Las olas de un mar templado llegan mortecinas a la orilla después de dar diversión a los surfistas, que son numerosos en algunas zonas. No corre el aire. No corre el tiempo.
El sol se tamiza tras unas nubes bajas. De golpe la temperatura desciende. Un agradable frescor remplaza al bochorno y me acompaña de regreso al aparcamiento. Antes de dejar la arena echo la vista atrás. ¡Qué maravilla!
==> Próximo destino: Castro Urdiales
En resumen: la playa quita el hipo. Por la arena finísima, por su anchura ahora que la marea está muy baja, por su longitud (en realidad son 3 playas unidas en una: la de Loredo, la de Somo y El Puntal, que da la vuelta hacia el interior de la bahía). La veo desde lo alto y pienso: ¡qué maravilla! Lo sigo pensando al pisar la arena y encontrarla tan suave. Y cuando piso la orilla, tan firme, da gusto andar por ella. Queda poca gente pero, incluso en hora punta seguro que es difícil que llegue a dar sensación de agobio. Es tan grande…
Playa de Loredo |
Mirando hacia el mar, a la derecha tenemos la Isla de Santa Marina. A la izquierda, la ciudad de Santander, muy próxima, al otro lado de la Bahía. En el agua, la Isla de Mouro con su faro. Detrás de ésta, se divisa otro faro, el de Cabo Mayor. Y un poquito más a la izquierda, aunque a contraluz y difuminada por una ligera bruma, se distingue claramente la silueta del Palacio de la Magdalena. ¡Qué maravilla!
A mi espalda queda un parque de dunas. Sé que hay una pasarela de madera que traza una senda sobre él. Decido recorrerla una de las próximas mañanas.
Playa de Loredo |
Disfruto cada paso. Las olas de un mar templado llegan mortecinas a la orilla después de dar diversión a los surfistas, que son numerosos en algunas zonas. No corre el aire. No corre el tiempo.
El sol se tamiza tras unas nubes bajas. De golpe la temperatura desciende. Un agradable frescor remplaza al bochorno y me acompaña de regreso al aparcamiento. Antes de dejar la arena echo la vista atrás. ¡Qué maravilla!
==> Próximo destino: Castro Urdiales
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