Hierápolis y Pamukkale (el Castillo de Algodón)

Dejamos el hotel de Antalya muy pronto por la mañana y ponemos rumbo hacia Denizli, la provincia donde se encuentra Pamukkale. Nos esperan 240 km de viaje con algunas paradas y visitas antes de llegar al hotel Herakles 4*, donde pasaremos la noche. Cuando salimos ya es completamente de día y un cielo totalmente despejado nos despide. A medida que nos acercamos a las montañas Tauro, la nubosidad aumenta y a lo lejos vemos cumbres nevadas. Me pregunto qué nos espera en Capadocia, con un clima más extremo y continental que la mediterránea Antalya.
Aún quedan un par de horas de luz cuando llegamos a los restos de la ciudad de Hierápolis. La primitiva población fue fundada por Eumeno II, rey de Pérgamo, en el siglo II a.d.C. Más tarde los romanos, conocedores de las propiedades de estas aguas, crearon un asentamiento aquí y le dieron el nombre actual.
Toda esta zona ha sido declarada Parque Natural y no pueden cruzarla los autobuses, por lo que hacemos la visita a pie, empezando por la Necrópolis.


La enorme cantidad de restos de tumbas, panteones y túmulos (más de un millar) se explica por la llegada a esta zona de muchos enfermos buscando en las aguas termales curación para sus enfermedades. Los que no podían curar, morían, y aquí fueron depositados sus restos.
Un grueso muro de unos 3 metros separaba la ciudad de los muertos de la de los vivos.


Y a pocos pasos encontramos la Basílica-Baños (Hamam Bazilika), unas termas que fueron construidas en el siglo III d.C. y más tarde convertidos en basílica durante el siglo V.
El edificio se encuentra en muy mal estado y unos carteles avisan del peligro. Estamos en una zona sísmica y el paso del tiempo y los terremotos han causado estragos. Será mejor no acercarse...


Un poco más adelante encontramos la entrada a una calle asfaltada con grandes losas, bajo la Puerta de Domiciano, erigida en honor del emperador entre los años 82 y 83 d.C.


Nos gustaría detenernos en esta zona pero la tarde va cayendo y Pamukkale (el castillo de algodón) nos espera.

Durante mucho tiempo la naturaleza ha ido formando, con el calcio de las aguas, esta increíble obra perfecta pero el hombre, durante unos años, se aprovechó de ella sin darse cuenta de que, poco a poco, la iba destruyendo. Hasta hace poco en esta cima había un hotel que captaba el agua termal que mana de las fuentes. Además, el agua se desvió para otros usos, como fue surtir a otros establecimientos y también para el regadío. Sin que el agua caliza dejara su poso en los bancales, el castillo de algodón se fue volviendo negro. Afortunadamente en 2004 o 2005 el hotel se cerró y poco a poco esta maravilla se va recuperando. La zona que se visita es bastante grande. Una pasarela de madera guía los pasos de los visitantes y carteles alrededor prohíben pisar fuera de ella salvo en unas pocas zonas donde se permite descalzarse y sentir en la piel el calor de los 35º del agua.


Algunas zonas están secas y permiten observar mejor las extrañas formaciones que la cal ha do creando en la piedra, pero es allí donde los bancales están llenos de agua donde el reflejo de la luz arranca a la extraña formación las tonalidades más bellas y sugerentes.


Muy cerca de donde estamos, en un alto, se encuentra el teatro romano, que aún llegamos a ver iluminado por los débiles rayos de un sol que lentamente desaparece en el horizonte. Se encuentra en la ladera de una colina y data del siglo II d.C, durante el reinado del emperador Adriano. El lugar destinado a los espectadores se apoya en la falda de la colina y está dividido en 2 partes. La parte superior consta de 25 gradas y la inferior de 20, lo que da una capacidad total del teatro de unos 15.000 espectadores.


Ya es de noche cuando llegamos al hotel Herakles 4*. Es una pena no haber traído bañador, porque tiene piscina de agua termal gratuita. Después de cenar vamos dando un paseo hasta el pueblo, muy cerca, donde hay tiendas todavía abiertas. Al regresar al hotel nos fijamos en la fuente, también termal, que hay frente al hotel, de la que sale vapor, coronada por el gallo de Denizli. El gallo de esta región tiene un canto especial, estridente y mucho más largo que el de los gallos que conocemos.


A la mañana siguiente nos ponemos en marcha al amanecer. Nos espera un día duro, ya que tenemos que recorrer 635 kms hasta nuestro destino en Capadocia. Al pasar frente al Castillo de Algodón, observamos la enorme mancha blanca en la ladera de la montaña que visitamos ayer, como si estuviera intensamente nevada.






No hay comentarios: