Hoy es nuestro día de compras en uno de los outlets de New Jersey, pero antes de dirigirnos hacia allí, vamos a hacer la visita que dejamos pendiente a la Estatua de la Libertad. Volvemos a Battery Park, desde donde vamos a tomar el ferry. Pasamos frente al Castillo Clinton, una vieja fortaleza de 1811, alrededor del que estaban instalados 28 cañones. Justo junto a él cogemen os el barco que nos acerca a la famosa estatua, en Liberty Island. Atrás dejamos Ellis Island, en la que destaca un enorme edificio, hoy museo de la inmigración, que visitaremos más tarde. Rodeamos Liberty Island contemplando la estatua desde diferentes ángulos. A pesar de ser una imagen tan conocida, impresiona por su tamaño al estar tan cerca y, más aún, por su simbolismo. Se me ocurre que no podrían haber elegido un emplazamiento mejor. Y por un momento pienso en todos aquellos que llegaban al sueño americano tras largos y duros días de travesía y en lo que sentían al ver esta imagen y lo que representaba.
Desde el barco, a nuestra izquierda podemos ver los altos edificios acristalados de New Jersey, separado de Manhattan por el río Hudson y, al fondo, el pico del distrito financiero de la famosa isla neoyorquina.
Es grande la estatua regalada por Francia a América, pero tanto o más grande es el pedestal que la sujeta. Fue diseñada por el escultor francés Frédéric Auguste Bartholdi en unas 300 planchas de cobre, de un espesor similar al que tendrían 2 monedas juntas, que fueron transportadas sin montar a fin de ser ensambladas ya en su destino.
En París vimos una réplica exacta, aunque mucho más pequeña, en la Isla de los Cisnes, en el Sena, muy cerca de la Torre Eiffel. Precisamente es de este famoso ingeniero francés el ingenioso armazón que sujeta las chapas de cobre que forman la estatua.
A la luz del sol es de un verde brillante debido a la capa de verdín o cardenillo que la recubre, formada por la oxidación del cobre. Desde su inauguración, tardó unos treinta años en adquirir el color actual.
Con su brazo levantado sostiene la luz del mundo a la vez que mira hacia Europa, hacia Francia, el lugar del que vino.
Hay varios miradores en el pedestal y, más arriba, en la corona de la mujer y también en la antorcha. Estos dos últimos fueron cerrados a raíz de los atentados del 11-S y creo que posteriormente los reabrieron aunque no estoy segura. De todas formas, no vamos a tener tiempo de averiguarlo en esta fugaz visita de médico: desembarco, paseo alrededor de la estatua, compras relámpago de souvenirs y vuelta al ferry para ir a la Isla de Ellis.
Desde el barco, a nuestra izquierda podemos ver los altos edificios acristalados de New Jersey, separado de Manhattan por el río Hudson y, al fondo, el pico del distrito financiero de la famosa isla neoyorquina.
Es grande la estatua regalada por Francia a América, pero tanto o más grande es el pedestal que la sujeta. Fue diseñada por el escultor francés Frédéric Auguste Bartholdi en unas 300 planchas de cobre, de un espesor similar al que tendrían 2 monedas juntas, que fueron transportadas sin montar a fin de ser ensambladas ya en su destino.
En París vimos una réplica exacta, aunque mucho más pequeña, en la Isla de los Cisnes, en el Sena, muy cerca de la Torre Eiffel. Precisamente es de este famoso ingeniero francés el ingenioso armazón que sujeta las chapas de cobre que forman la estatua.
A la luz del sol es de un verde brillante debido a la capa de verdín o cardenillo que la recubre, formada por la oxidación del cobre. Desde su inauguración, tardó unos treinta años en adquirir el color actual.
Con su brazo levantado sostiene la luz del mundo a la vez que mira hacia Europa, hacia Francia, el lugar del que vino.
Hay varios miradores en el pedestal y, más arriba, en la corona de la mujer y también en la antorcha. Estos dos últimos fueron cerrados a raíz de los atentados del 11-S y creo que posteriormente los reabrieron aunque no estoy segura. De todas formas, no vamos a tener tiempo de averiguarlo en esta fugaz visita de médico: desembarco, paseo alrededor de la estatua, compras relámpago de souvenirs y vuelta al ferry para ir a la Isla de Ellis.
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