Amanece un día en Washington tan despejado y bonito como el de ayer. También va a hacer calor. Ahora sí podemos pasear bajo los cerezos japoneses alrededor de Tidal Basin mientras nos dirigimos al Thomas Jefferson Memorial. Estos árboles son un regalo que hizo Japón a EEUU hace casi cien años en señal de amistad y por las buenas relaciones existentes entre los dos países. Son cientos de cerezos que estos días están en el máximo de su floración, maravillosos, y la gente los disfruta en una fiesta (el Festival Nacional del Cerezo en Flor) que se renueva cada año, y muy especialmente éste que el invierno ha sido tan duro en estas tierras. La brevedad de la floración (unos pocos días) simboliza en la cultura nipona la fugacidad de la vida y son estas flores motivo recurrente en muchas de las manifestaciones artísticas japonesas. Es una delicia recibir este regalo inesperado y fantástico.
Bajo el techo blanco y algodonoso de las ramas caminamos hasta el memorial del presidente Jefferson. Debido a su gusto por el arte italiano, el monumento está inspirado en el Panteón de Roma. En el interior hay una estatua del presidente y, en la pared, grabados algunos de sus discursos.
Desde aquí, detrás del Tidal Basin vemos el obelisco y, tras él, en la lejanía y entre los árboles, al fondo, la fachada semicircular más conocida de la Casa Blanca.
La siguiente visita del día es al Museo Nacional del Aire y del Espacio, que tiene la mayor colección de aviones y naves espaciales del mundo. Es muy curioso y entretenido. Podemos ver desde míticos aeroplanos, como el Espíritu de San Luis, hasta el Bell X-1 Glamorous Glennis, el pequeño avión naranja que pasó por primera vez la barrera del sonido; satélites, misiles, laboratorios espaciales, partes de cohetes; la cabina del enorme globo que dio por primera vez la vuelta al mundo; una reproducción del satélite Sputnik I, que fue el primer satélite artificial puesto en órbita por Rusia en 1957… entre otros muchos objetos interesantes. También documentales y fotografías relacionados con el tema y una sección entera dedicada a los hermanos Wright, conocidos mundialmente por ser pioneros en la historia de la aviación. Para quien quiera tocar la luna, hay disponible para ello un fragmento de piedra que ha sido cortado de una de las rocas de la superficie lunar traídas en la misión del Apolo 17 en 1972. En fin, que para quien se quiera entretener y tenga tiempo, puede pasar aquí tranquilamente varias horas sin aburrirse. Nosotros tenemos que abreviar la visita, ya que hay que llegar a comer a Filadelfia.
Bajo el techo blanco y algodonoso de las ramas caminamos hasta el memorial del presidente Jefferson. Debido a su gusto por el arte italiano, el monumento está inspirado en el Panteón de Roma. En el interior hay una estatua del presidente y, en la pared, grabados algunos de sus discursos.
Desde aquí, detrás del Tidal Basin vemos el obelisco y, tras él, en la lejanía y entre los árboles, al fondo, la fachada semicircular más conocida de la Casa Blanca.
La siguiente visita del día es al Museo Nacional del Aire y del Espacio, que tiene la mayor colección de aviones y naves espaciales del mundo. Es muy curioso y entretenido. Podemos ver desde míticos aeroplanos, como el Espíritu de San Luis, hasta el Bell X-1 Glamorous Glennis, el pequeño avión naranja que pasó por primera vez la barrera del sonido; satélites, misiles, laboratorios espaciales, partes de cohetes; la cabina del enorme globo que dio por primera vez la vuelta al mundo; una reproducción del satélite Sputnik I, que fue el primer satélite artificial puesto en órbita por Rusia en 1957… entre otros muchos objetos interesantes. También documentales y fotografías relacionados con el tema y una sección entera dedicada a los hermanos Wright, conocidos mundialmente por ser pioneros en la historia de la aviación. Para quien quiera tocar la luna, hay disponible para ello un fragmento de piedra que ha sido cortado de una de las rocas de la superficie lunar traídas en la misión del Apolo 17 en 1972. En fin, que para quien se quiera entretener y tenga tiempo, puede pasar aquí tranquilamente varias horas sin aburrirse. Nosotros tenemos que abreviar la visita, ya que hay que llegar a comer a Filadelfia.
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