Despertar en Atenas, Canal de Corinto




El sábado nos despertamos pronto. La tensión del viaje de ayer dio paso a la tranquilidad de sabernos a salvo. Anoche me di cuenta de la situación privilegiada del hotel, tan cerca de la Plaza Sintagma, pero no es hasta hoy, al asomarme a la terraza de la habitación, cuando aprecio la magnífica panorámica que se observa desde aquí.

Jardines Nacionales, Parlamento y Monte Licabeto, Atenas

Justo enfrente, cruzando la Avenida Leoforos Vassilisis Amalias, tenemos los Jardines Nacionales. Junto a ellos, de color rosa, el Parlamento. Unos pocos turistas aún más madrugadores que nosotros, frente a los guardias reales que lo custodian, los evzones, esperan el próximo cambio de guardia.

Evzones (Guardia Real), Atenas

Detrás del Parlamento se alza imponente el Monte Licabeto (Lykavittos) o Colina de los lobos, por los que la poblaban en tiempos. No lo recordaba tan alto. Menos mal que hay un funicular para subir a la cima.
Después de desayunar salimos rumbo hacia el Canal de Corinto, a unos 80 kms de Atenas.
La mañana está bastante gris pero vamos a tener suerte. El resto del día la lluvia no va a molestarnos. 

Cuando estuve en Atenas hace 30 años, cogimos un autobús de línea y llegamos a Corinto. Era verano, recuerdo que hacía mucho calor y dimos un paseo por el centro del pueblo pero nos quedamos con las ganas de ver el Canal porque no está en el mismo pueblo, sino a unos pocos kilómetros del centro.
Esta vez vamos directos al Canal (coordenadas GPS 37,91801, 23,00676).
Junto a este punto, un puente de hierro para coches y peatones cruza el Canal. Lo bueno de viajar en esta época es que encontramos poca gente en todas partes, un lujo impensable en otros meses del año. El frío y la lluvia, para mi gusto, es un precio muy barato por este privilegio que pago encantada.  

Canal de Corinto, Grecia

Caminamos por el puente hasta el centro sobre el Canal. Y de verdad lo encuentro impresionante. Lo que más me sorprende no son sus más de 6 kms de longitud, ni los 21 metros de anchura, ni su indudable utilidad para evitar a los barcos dar un largo rodeo. Lo que de verdad me deja con la boca abierta es su profundidad, el hondo tajo en la tierra necesario hasta llegar al agua.

Canal de Corinto, Grecia

Cuando llegamos lo está cruzando una barca pequeña. A lo lejos, entre la bruma, se adivina un barco más grande que se va haciendo más nítido a medida que se acerca. Me gusta verlo aproximarse. Poco antes de que pase bajo nuestros pies, otro barco se dibuja en la bruma. Esta procesión parece no tener fin.
Seguimos ruta en dirección a Micenas (Mykines).

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